ENTREVISTA "PERDURABLEMENTE ANFETAMÍNICO"


Tras la reciente presentación de su último libro de poesía, "Perdurablemente anfetamínico", entrevistamos al poeta y escritor José Manuel Prado. Su obra poética ha tenido una muy buena acogida tanto por parte de la crítica y como del público.

LBA: ¿Es la poesía como un corazón de tiza, frágil y solo para aquellos para los que está dedicada?
JPA:Los corazones de tiza se dibujaban en la pared, y la poesía se dibuja en la pared, en las olas de las playas y en los ojos de la gente. A veces, las personas que más disfrutan la poesía son aquellas que la dibujan en la piel de sus antepasados, y trocean su fragilidad sobre aquellos a la que va dedicada como luces de neón. Reflexionando sobre la pregunta, quizá el corazón de tiza frágil es la mirada que mediatiaza la poesía
LBA:En tiempos de crisis, ¿necesitamos más la poesía, la palabra?
JPA: La crisis más importante que hubo, el que el hombre se irguiese bípedamente, tuvo como resultado la invención del lenguaje; y, evidentemente, la crisis, como catarsis que es, sólo se asume cuando la apalabramos. Mikel Laboa cantaba en una canción, una letra preciosa que decía algo así como sólo las cosas que la niebla cubre son las que mejor desvelo, porque comienzan a surgir dentro de mi propio lenguaje.

LBA: Nuestra sociedad tiende a etiquetarlo todo pero, ¿realmente podemos hablar de una nueva generación de autores que, criados en la transición, viven su momento más creativo en el nuevo milenio?
JPA: Sí, y curiosamente es la generación del 63, a aquellos a los que les diagnosticaron que no tendrían futuro. Sin embargo, reflexionan sobre esa falta de futuro, sobre su propia muerte en vida, sobre la temporalidad que los atraviesa, y riéndose de todo, porque no llegarían a ningún lugar, reescriben su mundo en literatura varia. Y es cierto, puesto que para publicar han acudido a lo independiente. Reflexiones sin hacer caso a los demás ("ultreia") publicadas independientemente, desde “lo afuera” del mundo. Desde luego yo me asumo dentro de este temperamento generacional y seguiré reflexionando y riéndome de mí y de todo lo que me rodea.
LBA: Tu poesía nos asoma al abismo de una vivencia a veces tortuosa, a veces añorante de tiempos pasados, cuajada de recuerdos ¿epara tí la poesía un ejercicio de higiene espiritual?
JPA: Mas que de higiene espiritual, de disfrute espiritual. No hay vivencia de lo tortuoso ni añoranza de lo pasado. Probablemente, como decía Unamuno, aceptación de la vida en sí misma, que ya lo demandaba Aristóteles, la vida es tragedia a la que aceptándola, se la convierte en comedia. Mi poesía a veces se parece más a una película como Bésame tonto, donde yo hago todos los papeles. O se parece a una desmitologización de la literatura en su extenso sentido y la necesidad de mitologizar la vida mía; es decir, convertirla en literatura. Así, mis abuelos se reconvierten en seres mitológicos y nosotros, sus nietos, igualmente, si comienzan a leer el libro desde el primer poema, claro, porque ese es el tono de todos los poemas, un tono Eleusino, Odiséico, pero atravesado de los trabajos y los días de Hesiodo. A mi me encanta como lo explica mi amiga Marta Rivera de la Cruz: “No sé cuánto hay que vivir para escribir este texto, pero temo que mucho, en una edad que no se cuenta por años, sino por siglos”.

LBA: Después de tu última obra, "Perdurablemente anfetamínico", ¿en qué trabajas, poesía, novela..?

JPA: En escribir, que es lo que me gusta desde que veía a mi abuelo José encorvado sobre sus cuadernos y a mí hoy me gusta encorvarme sobre mis cuadernos y escribir con mi bolígrafo palabras, palabras, palabras. Los mejores versos, de todas maneras, los escribo en el aire, mientras se camina. No olvido la frase de Nietzsche, “el culo es un pecado para el espíritu santo”. Mi abuelo José Antúnez era la encarnación de ambas cosas, escritura y camino, y me las inoculó a mi piel, de la misma manera que otros se tatúan formas geométrica y diversos desusos.

LBA: ¿Cómo hablarle de poesía a un niño?
JPA: No se debe hablar de poesía a los niños, hay que dejar que la lean. Me sorprendió cómo mi hijo leía a Luis Alberto de Cuenca porque éste le firmó un libro y un beso. Una poesía, un beso, un abrazo. Eso es el inicio del poema y el final lo pone el niño o nosotros mismos, como niños. De todas maneras hay verdaderos poetas que escriben especialmente para los niños, como Apuleyo Soto. Dejad que los niños aferren la poesía como los juguetes

LBA: Y, por último, ¿el gallego nace donde quiere o donde le dejan?

JPA: Recuerdo a Celso Emilio Ferreiro y retengo su imagen a su vuelta de Venezuela, con la gabardina raída, en Madrid, 1977, y cuando le pedimos si con las autonomías ahora ser gallego iba a ser… el nos detuvo las palabras y nos dijo, sabéis, allí donde haya un carballo, allí Galicia. Pues eso… un gallego está, y punto

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