Presentación de Perdurablemente anfetamínico en Burgos por Ramiro Lagos

Me es grato participar en el lanzamiento del libro poético de Manuel Prado-Antúnez, originalmente titulado PERDURABLEMENTE ANFETAMINICO. Y comienzo por referirme a las primeras páginas en que el autor proyecta su personalidad atormentada por circunstancias que lo rodearon desde el primer relámpago psicológico en su niñez.

Nace en una ciudad flotante como un rió, Aranda del Duero. Allí “Salitre y sangre, muere la ola y yo nazco”, dice. Su infancia ardiente y hostil” marca el destino a seguir y contribuye a su cosmovisión poética. En su obra resalta su rebeldía, su imprecación, su denuncia y su asiduo manifestarse en el centro nervioso de su canto cargado de patéticos significados y significantes.

El caudal temático de sus ondas líricas me anima a navegar con el poeta después de comprender sus palabras enardecidas y cáusticas. Las de su río genético que confiere al vate una robusta voz autóctona de sus remansos que se salen de cauce, para convertirse en calas urbanas de su ciudad-madre. Allí en su tierra, con voz bronca se hace sentir con lánguido optimismo, esperando en su garganta su estrella anhelada, para ver la urbe, no beata y blasfema bajo la negra estrella, sino señera, diafanizada y con mirada clara. Todo parece indicar que el poeta vela por su ciudad, aspirando a que se le recuerde al menos a través de los lampos claro-oscuros de su poesía.

Portavoz de sus sagas biográficas y de los hitos históricos de su España fragmentada ,rotos los cristales de su alma dolida, el poeta pregona un testimonio lírico de circunsancialidades vulneradas por el destino y así logra conmover al lector, para hacerlo solidario de sus manifiestos. Me sorprende que este poeta, superada la violencia después de la paz armada insista en testimoniar lejanos episodios pronunciándose contra ciertas carabinas alusivas al pasado sombrío de su tierra, para culpar a sus antepasados del tremendismo atrincherado en una historia repudiada. En

La expresión de estas reminiscencias, el poeta no agota su desvelo sino que a la sombra de su la negra luna fóbica y maldita, rompe el tiempo para seguir pregonando su mensaje bajo el cielo rojo o plomizo vulnerado. Consciente de que la violencia existe desde sus antepasado, el poeta parece

Encararse frente al espectro de la historia para inculparla ante la efigie del levita cómplice.

“A mi pupila la educa de barbarie, la postra

Ante un altar, de hinojos, el sacerdote la encorva”.

Cada poema de Manuel Prado-Antúnez nos traslada a un escenario de su conciencia dolida sin olvidarse tampoco la de la historia global, como espejo de su drama y así respira por su herida:

“Os doy la espuma y la lagrima que alimenta

A este cirrótico hígado como la plaga bíblica”-

Los poemas que he leído del poeta de Aranda del Duero me han dado la sensación de brotes de angustia existencial compartida con reminiscencias cíclicas que le dan vuelta a su cabeza tensa. Sus recuerdos los poematiza dentro de su vía crucis, deambulando piedra como un sonámbulo en su vieja ciudad castellana. En sus versos se refiera con reiteración a su vía crucis, “vía crucis de niebla” y en ese vía crucis encuentra a su cristo lacerado.

Al referirse a la ensangrentada tierra de cruces sin soles, no se aleja el poeta de la alusión al Dios escondido y mudo, pero su reacción escéptica es decepcionante. No encuentra a Dios y así lo confiesa.

“En el camino no hay Dios ni misterio.

Deja a Dios tan lejos, silente.

Alejándose de Dios o Dios alejándose del poeta, se advierte en el la angustia existencial, lo que lo hace pensar en su fatalidad sombría.

Falleceré en una noche de alcohol y letrinas,

En un calvario: cruz de sombras.

No puede ser tan atormentado el destino de un poeta que concibe la vida y el amor con el aditamento de “vida perra” y “amor perro y seguramente el perro destino con tan gris fatalismo y perturbación espiritual. Con todo, hay manifestaciones en que la ingenua luz asume su papel místico para alumbrarle sus ojos en estos versos

“La luz prendida, soy el niño

Que escuchara caer el hacha de piedra, larga dilación

Sobre la fe de escarcha y un verso ciego”-

Sin haber leído de par en par su poemario, saco la conclusión de que el poeta atormentado de Aranda del Duero ha mantenido una lucha tenaz interna y externa que da dimensión descomunal a su voz para el logro lírico de su meta: Venderle al mejor mundo, su “epopeya laxa”.



Ramiro Lagos, Burgos, España, Junio 25 del 2009

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